En diciembre de 2025, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) lanzó un mensaje claro y contundente a España: el actual diseño del subsidio por desempleo para mayores de 52 años —tal como está configurado— desincentiva la búsqueda de empleo y puede agravar aún más los problemas estructurales del mercado laboral.
Este llamado de atención no es una crítica menor. Viene de un organismo internacional que analiza las políticas económicas de sus 38 países miembros y que, en su Estudio Económico sobre España de 2025, dedica un apartado específico a este subsidio.
Para los autónomos, pymes y emprendedores —el núcleo del tejido productivo español y la principal fuente de creación de empleo y crecimiento económico— los efectos de este subsidio, tal y como está diseñado, representan una distorsión en el mercado laboral.
Más aún: lo que la OCDE está señalando no es solo un problema de política social, sino una falla que impacta directamente en la seguridad jurídica, la competitividad y la igualdad de condiciones entre generaciones de trabajadores.
¿Qué es exactamente este subsidio y por qué es tan problemático?. El subsidio para mayores de 52 años desincentiva el empleo
En España existe una ayuda específica para quienes han perdido su empleo y tienen 52 años o más, que ofrece:
- Una prestación mensual de aproximadamente 480 euros (alrededor del 80 % del IPREM).
- Cotización a la Seguridad Social por un 125 % de la base mínima —lo que permite mantener o incluso mejorar los derechos de cara a la futura pensión.
- Una duración prácticamente indefinida, es decir, hasta alcanzar la edad legal de jubilación.
Según el informe de la OCDE, alrededor del 70 % de quienes reciben subsidios por desempleo en España tienen 50 años o más, una proporción que ha aumentado desde alrededor del 52 % en 2017.
Este diseño lo diferencia claramente de otros subsidios por desempleo que:
- son temporales (entre 3 y 30 meses),
- no siempre cotizan a la Seguridad Social,
- y están sujetos a pruebas de recursos que consideran la situación económica del hogar.
Esa condición hace que, en muchos casos, aceptar un empleo no compense económicamente más que seguir percibiendo el subsidio.
Así, si la persona encuentra una oferta de trabajo con salario mínimo o bajo, puede resultar peor económicamente aceptar esa oferta que seguir con el subsidio y la cotización generada por él.
El efecto perverso: desincentivar la búsqueda de empleo. El subsidio para mayores de 52 años desincentiva el empleo
El núcleo de las advertencias de la OCDE es precisamente este: el subsidio tal y como está puede convertirse en un freno para volver al mercado laboral, especialmente para aquellos que están cerca de la edad de jubilación.
En su informe, el organismo señala que el diseño actual puede:
- hacer que la prestación sea más atractiva que ciertos trabajos de baja remuneración,
- facilitar que algunos trabajadores tomen la ayuda como un “puente” hacia la jubilación anticipada,
- y aumentar la inactividad laboral entre quienes aún podrían estar disponibles para trabajar.
Esto se interpreta no solo como un problema social, sino económico: cuando el subsidio crea un incentivo a no trabajar, reduce la oferta efectiva de trabajo y frena la competitividad del país.
Esto es especialmente relevante en un contexto demográfico como el español, con una población envejecida y una fuerza laboral que tiende a salir prematuramente del mercado laboral.
Un problema estructural con impacto fiscal y productivo. El subsidio para mayores de 52 años desincentiva el empleo
Más allá de la desincentivación al empleo, este subsidio tiene implicaciones importantes en la sostenibilidad de las cuentas públicas y en la dinámica de productividad del país:
Carga fiscal y sostenibilidad del sistema
Mantener subsidios indefinidos para personas que no buscan empleo activamente representa una presión adicional sobre las finanzas públicas, especialmente en un país con deuda pública elevada.
Envejecimiento y mercado laboral
España es uno de los países de la OCDE con mayor ritmo de envejecimiento, lo que implica menor población activa y más presión sobre pensiones y subsidios. Que un segmento significativo de desempleados mayores no esté incentivado a volver al empleo agrava esa presión.
Competitividad y productividad
Si un tramo importante de la población en edad de trabajar elige permanecer en subsidio en lugar de emplearse, la oferta de mano de obra se contrae. Esto puede traducirse en cuellos de botella en sectores con escasez de talento y, paradójicamente, en mayor pérdida de productividad.
Por qué esta política choca con la visión liberal y pro-empresa de Mundoemprende. El subsidio para mayores de 52 años desincentiva el empleo
Desde la perspectiva liberal —centrada en **creación de empleo, mercado laboral funcional y menor intervención distorsionadora del Estado— existen varios problemas fundamentales con este subsidio:
Inseguridad jurídica y arbitrariedad económica
Las reglas del subsidio no solo crean distorsiones, sino que reflejan un sistema en el que las políticas no siempre se alinean con incentivos para trabajar.
Esto genera incertidumbre para empresas que buscan contratar y planificar su crecimiento en un entorno donde altos subsidios convierten el empleo fijo en una decisión menos atractiva para ciertos grupos.
Inequidad intergeneracional
Mientras que los subsidios para mayores de 52 años son generosos y prácticamente indefinidos, los subsidios para jóvenes son temporales y sin cotización para la pensión futura.
Esta asimetría agrava la brecha entre generaciones, penalizando a las cohortes más jóvenes.
Menor creación de empleo formal
Si ciertos desempleados pueden “permanecer en el sistema” sin un incentivo claro para volver al empleo formal, las pymes y autónomos se enfrentan a un mercado laboral menos flexible, con una menor rotación de empleo y menos posibilidades de ampliar plantilla.
Esto afecta directamente la capacidad de crecimiento de las empresas reales.
Propuestas sensatas que la OCDE plantea y que España debería considerar
La OCDE no se limita a criticar, sino que propone soluciones que podrían mejorar significativamente los incentivos al empleo:
- Eliminar el subsidio específico para mayores de 52 años, integrándolo en el sistema general de desempleo para todos los grupos de edad.
- Limitar la duración de la prestación, tal y como ocurre con otros subsidios temporales.
- Aplicar pruebas de ingresos a nivel familiar, lo que evitaría que personas con otras fuentes de ingreso accedan a la ayuda sin considerar su situación global.
- Fomentar la formación y reciclaje profesional especialmente para trabajadores mayores, incentivando así su reincorporación al mercado laboral.
Estas reformas pueden sonar técnicas, pero tienen un impacto directo en la competitividad, la creación de empleo y la reducción de cargas fiscales a largo plazo.
Reflexión final: seguridad jurídica y mercado laboral funcional. El subsidio para mayores de 52 años desincentiva el empleo
La crítica de la OCDE a este subsidio no es un mero tecnicismo burocrático: es un aviso urgente sobre cómo las políticas públicas pueden afectar a la economía real.
Para los autónomos, pymes y emprendedores —quienes crean empleo, asumen riesgos y compiten en mercados cada vez más globalizados— un sistema que:
- desincentiva la reincorporación laboral,
- crea ventajas estructurales para ciertos grupos de edad,
- y no fomenta la movilidad laboral,
…se traduce en un mercado menos dinámico y menos competitivo.
Desde una perspectiva liberal, la solución no solo pasa por corregir un subsidio: pasa por garantizar seguridad jurídica, reglas claras y equitativas para todos y políticas que incentiven la creación de empleo real, no su sustitución por subsidios sin límites.
Porque al final, en una economía moderna, todo subsidio debe responder a un equilibrio entre protección social y competitividad económica —y hoy, la OCDE nos está diciendo que España está lejos de lograrlo.














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