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Adiós a los últimos 25 años: en 2026 la pensión ya no mirará tu tramo final, sino tu trayectoria entera

Desde el 1 de enero de 2026 entra en vigor una reforma radical que pone punto final a la fórmula clásica de cálculo de la pensión basada en los últimos 25 años cotizados y contabiliza la trayectoria entera.

En adelante, los futuros jubilados estarán sujetos a un sistema dual competitivo, en el que la administración comparará dos métodos de cálculo y seleccionará automáticamente el que más les favorezca.

La idea: que no salgan perjudicados quienes tuvieron lagunas, empleos temporales o altibajos en su vida laboral.

Pero detrás de ese avance anunciado hay riesgos ocultos, efectos colaterales y una carga creciente para quienes ya están cerca de jubilarse.

En este artículo examinamos cómo funcionará el nuevo mecanismo, a quién beneficia —y a quién no—, cuál es su lógica institucional y qué inquietudes despierta el diseño técnico y político.

 

 

Qué cambia desde 2026: el nuevo sistema dual de cálculo, la pensión de trayectoria entera

El método vigente hasta 2025

Hasta ahora, la base reguladora de la pensión en España se calculaba sumando las bases de cotización de los últimos 25 años (300 meses) y dividiendo esa suma entre 350 para obtener una media adaptada.

Esa media luego se multiplica por el porcentaje correspondiente según el número de años cotizados (cuantía de la pensión).

Esa regla ha sido la piedra angular del sistema durante la última década.

Pero ese esquema tiene un defecto estructural: penaliza a quienes tengan años con bases bajas o periodos sin cotizar —caso frecuente para quienes transitan por empleos intermitentes, bajas, desempleo u otros.

Esa vulnerabilidad quedó en evidencia en muchas jubilaciones donde una mala racha final redujo dramáticamente la pensión esperada.

 

El nuevo sistema: competencia entre dos fórmulas

La reforma introduce para 2026 un modelo dual: la administración seleccionará, de oficio, entre dos cálculos diferentes, optando por el que ofrezca una cuantía de pensión más alta para el trabajador.

Es decir, no será el trabajador quien elija, sino la Seguridad Social quien aplique la fórmula más ventajosa.

Las dos opciones para quienes se jubilen en 2026 serán:

El método tradicional: las últimas 300 bases divididas por 350.

La alternativa ampliada: dentro de los 304 meses previos (25 años más 4 meses), seleccionar las 302 bases más altas, y dividirlas entre 352,33. En ese cálculo se descartan los dos peores años.

Para esa primera etapa, el sistema progresará paulatinamente: se irán sumando 4 meses adicionales cada año hasta 2037, de modo que el tramo ampliado vaya permeando hacia atrás.

Hasta 2037 se aplicará la competencia entre las dos opciones. Más adelante, entre 2041 y 2044, la fórmula basada en 25 años será eliminada gradualmente hasta quedar solo la opción larga.

Desde 2038 hasta 2044 se mantendrán en paralelo los dos esquemas, pero a partir de 2044 solo regirá el cálculo sobre 29 años (348 meses), de los cuales se elegirán las mejores 324 bases (es decir, se excluirán dos años malos).

Este diseño parece concebido para ofrecer seguridad y previsibilidad: durante el periodo transitorio, nadie saldrá peor que bajo el sistema actual, y los beneficiarios pueden ver mejoras si sus mejores años están distribuidos.

Pero como veremos, esa transición encierra desafíos.

 

Periodo de transición y criterios de elección, la pensión ya no mirará tu tramo final, trayectoria entera

El Real Decreto-ley 2/2023 ya incorpora disposiciones para esta transición. En la disposición transitoria cuadragésima, dispone que durante los primeros años la Seguridad Social aplicará el cálculo que resulte más favorable al interesado, sin que este deba elegir o hacer gestiones adicionales.

A medida que avanzan los años, el número de meses incluidos en el cómputo ampliado crecerá de forma automática siguiendo el calendario diseñado: cada año se suman 4 meses adicionales al tramo alternativo.

La idea es que este cambio se haga de forma progresiva, sin desajustes abruptos, para que quienes estén cerca de la jubilación no queden perjudicados por una modificación repentina.

 

¿A quién beneficia la reforma… y quién podría perder? con la pensión por trayectoria entera

Ganadores evidentes: quienes tuvieron periodos bajos cerca del retiro

La gran promesa de esta reforma es mitigar el efecto penalizador de los años de cotización bajos o sin cotizar cerca de la jubilación.

Quienes tuvieron lapsos de desempleo, reducciones de jornada o carreras fragmentadas ahora podrán descartar esos años malos si la opción ampliada arroja una pensión mayor.

En esas situaciones, el trabajador antes veía cómo los últimos años mal remunerados arrastraban hacia abajo toda la base reguladora; ahora podrá sustraer esa penalización parcial (los dos peores años del tramo expandido).

Este beneficio es especialmente relevante para mujeres (con interrupciones por maternidad), trabajadores con empleo temporal o quienes hicieron paradas forzadas en etapas intermedias.

 

Riesgo para quienes tienen carreras continuas y bien remuneradas

Quienes han mantenido durante décadas salarios elevados y cotizaciones constantes podrían no beneficiarse del cambio —podrían incluso encontrar que el tramo alternativo arroja un valor inferior si el promedio de sus bases sobresalientes no compensa el divisor mayor.

Para ellos, la seguridad vendrá del hecho de que se aplica por defecto la opción que arroje más pensión, pero la competencia puede restringir sus márgenes de mejora futura.

 

Efecto de ampliación de cómputos: más años para “mejorar” el promedio

A medida que se amplíe el tramo (sumando meses adicionales cada año), quienes jubilen más adelante contarán con un horizonte más amplio para acumular bases altas y descartar malos años.

Eso potencia el diferencial entre quienes planifican y cotizan de forma consistente y quienes tienen trayectorias volátiles.

 

Penalización estructural implícita, con la pensión de  trayectoria entera

Aunque en el corto plazo nadie debe salir perjudicado, hay riesgo de que con la extensión progresiva del cómputo, las pensiones medias tiendan a bajar para algunos perfiles que no puedan sostener altos niveles de cotización en los años más alejados.

Un estudio del Banco de España señala que la ampliación del periodo de cómputo sin permitir excluir años bajos podría reducir la pensión media hasta un 8,5 % en ciertos escenarios.

Por tanto, quien deje de cotizar adecuadamente en años intermedios o finales podría verse penalizado cuando solo puede competir con bases altas lejanas.

 

Riesgos, desafíos y puntos conflictivos

Complejidad administrativa y cálculo automático

Implementar un sistema que evalúe de oficio dos fórmulas y seleccione automáticamente la más favorable requiere sofisticación técnica, sistemas informáticos robustos y una limpieza de datos de cotización impecable.

Si hay errores en las bases cotizadas o inconsistencias históricas, los cálculos podrían salir mal y afectar jubilados.

El riesgo es alto en casos de trabajadores con multiplicidad de empleos, desplazamientos territoriales o cambios de régimen.

La Seguridad Social deberá asegurar transparencia y mecanismos de reclamación eficaces.

 

Incentivos marginales y comportamiento anticipado

Al extender el horizonte de cálculo, algunos trabajadores pueden anticipar decisiones estratégicas: prolongar la cotización, priorizar contratos altos, evitar lagunas, maximizar bases en años cercanos.

Eso puede generar distorsiones en la conducta laboral, no siempre positivas.

 

Incertidumbre para quienes están cerca de jubilarse

Para quienes ya están próximos a la edad de jubilación, la transición puede generar ansiedad: no saben qué fórmula se les aplicará o si el cambio les será favorable.

Aunque el decreto protege que no saldrán peor que con el sistema anterior al inicio, esa seguridad desaparece para los jubilados más lejanos.

Además, los trabajadores deberían examinar su vida laboral con cuidado, corregir bases o lagunas antes de jubilarse para no perder oportunidades.

 

Carga creciente sobre el sistema público de pensiones

La mejora de muchas pensiones (al optar por la fórmula más favorable) implica un incremento de gasto para la Seguridad Social.

Si ese incremento no se acompaña con mayor contribución, crecimiento económico o fuentes adicionales de financiación, se amplía el déficit del sistema.

En un contexto demográfico adverso y con presión sobre las arcas públicas, esa mayor carga debe calibrarse con prudencia.

 

Riesgo proporcional para trabajadores con carreras discontinuas

Aunque la reforma busca beneficiar a quienes tengan lagunas, muchas de esas trayectorias pueden seguir penalizadas si las interrupciones son muy extensas o no se pueden descartar con los dos años malos.

La mejora no será absoluta para todos.

Quienes cotizaron poco o tienen históricos de empleo muy fragmentados podrían tener una penalización elevada a pesar de la nueva fórmula, si no logran acumular bases suficientes.

 

Comparativas internacionales y lecciones foráneas, pensión por trayectoria entera.

Otros modelos pensionales europeos han adoptado sistemas que permiten descartar años malos o consideraciones de mejores años.

Algunos países permiten que los jubilados elijan la fórmula que les beneficie, otros incorporan cláusulas protectoras para carreras interrumpidas.

No obstante, los sistemas exitosos combinan esos mecanismos con incentivos a cotización plena, vigilancia técnica, transparencia del cálculo y responsabilidad fiscal.

En algunos casos, no basta con reformar la base de cálculo sin revisar las reglas de acceso, edad y condiciones.

Una lección común es que las reformas graduales con largos periodos transitorios tienen más aceptación y menos rechazo jurídico.

Otra es que acompañar mejoras de cálculo con fortalecimiento del sistema financiero (fondos, reservas, contribuciones adicionales) ayuda a sostener la promesa a largo plazo.

 

Consejos prácticos para quienes se jubilarán entre 2026 y 2044 por la pensión de trayectoria entera

Revisar la vida laboral con detalle

Verificar que todas las bases de cotización están correctamente registradas, reclamar errores o lagunas antes de jubilarse.

 

Planear cotizaciones estratégicas

Si faltan años o bases altas, priorizar contratos con bases elevadas en momentos estratégicos para que formen parte del cómputo óptimo.

 

Evitar interrupciones injustificadas

Salas vacías quedan penalizadas en el promedio de bases si no se descartan. Mantener cotización constante será más valioso.

 

Simular pensión con ambas fórmulas

Anticipar con simuladores oficiales o privados qué fórmula será más favorable según los escenarios futuros de cotización.

 

Graduar expectativas si se jubila pronto

Para quienes ya tienen edades cercanas, estar al tanto de dónde se quedará el cálculo dual y si su perfil será beneficiado o penalizado.

 

Conclusión Adiós a los últimos 25 años: en 2026 la pensión ya no mirará tu tramo final, sino tu trayectoria entera

La reforma de pensiones que entra en vigor en 2026 representa un intento legítimo de corregir una vulnerabilidad estructural: que las trayectorias con altibajos penalicen de forma desproporcionada a quienes tuvieron periodos de interrupción o bases bajas.

Al permitir que la Seguridad Social elija la opción más favorable entre la fórmula tradicional y una alternativa ampliada, el sistema introduce un nuevo componente de equidad aparente.

Pero ese diseño no es inocente ni exento de riesgos.

En el fondo, amplía el horizonte de cálculo, aumenta la complejidad del sistema y genera incentivos para que los trabajadores compitan por cotizaciones más elevadas, lo cual no siempre será viable para todos.

Los errores en las bases, la gestión automática, la carga financiera adicional al sistema y la incertidumbre para quienes próximos a jubilarse pueden quedar atrapados en reglas de transición son amenazas reales.

Además, la reforma no ataca el problema de raíz: la escasa productividad, la fragmentación laboral, la temporalidad, las lagunas prolongadas.

Si estas causas no se corrigen, el cambio puede parecer estético y beneficiar especialmente a aquellos que ya tienen trayectorias relativamente estables, mientras quienes siempre han estado en la marginalidad productiva seguirán expuestos.

En definitiva, el nuevo sistema dual puede aportar más justicia visible en el cálculo de pensiones, pero no garantiza que esas pensiones sean suficientes ni sostenibles sin una reforma global más profunda del mercado laboral y del marco de cotización.

La promesa de que «nadie saldrá perjudicado» debe ser vigilada con lupa: porque la transición será larga, técnica y llena de márgenes de interpretación. Y en ese terreno, quien mejor planifique —o mejor cotice— puede resultar quien mejor salga.

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