En un momento en que la economía española muestra señales de recuperación, con crecimientos superiores a la mayoría de sus socios europeos, un dato contrasta con optimismos macroeconómicos: más de 9 millones están atrapados bajo el mileurismo en España, ganan menos de 12 000 euros al año, según los técnicos del Gestha.
Esto representa aproximadamente el 30 % de quienes perciben ingresos, pensiones o prestaciones.
Si se considera que 12 000 euros al año se sitúan por debajo del umbral simbólico del “mileurismo”, la situación plantea una piedra en el zapato del tejido laboral, del emprendimiento y del poder adquisitivo de millones de hogares.
En este artículo de MundoEmprende repasamos en profundidad por qué este escenario se ha formado, cómo afecta a autónomos, nuevos proyectos y microempresas, qué implicaciones tiene para la economía de España y qué pasos deberían plantearse para combatir este fenómeno.
Cerramos con una reflexión crítica sobre las consecuencias a medio-y largo plazo de esta realidad.
La radiografía del problema: magnitud, perfiles y territorios. Mileurismo en España
Los datos más recientes sitúan en 9,1 millones el número de personas en España que ganan menos de 12 000 euros al año —incluyendo salarios, pensiones o prestaciones— lo que equivale a un 30,5 % del total que percibe renta.
Esta cifra, según Gestha, incluye distintos colectivos: desempleados que ahora cobran subsidios, pensionistas, personas con empleos de baja remuneración, trabajadores con intermitencia laboral.
Dentro del desglose: casi el 94 % de quienes están desempleados y perciben prestaciones no llegan al umbral de los 12 000 €.
Entre los pensionistas, un 36,9 % gana por debajo de esa cifra; entre los asalariados que han pasado por desempleo, un 39,7 %.
Geográficamente, las comunidades más afectadas son Andalucía (2,1 millones de personas), Cataluña (1,4 millones), Comunidad de Madrid y Comunidad Valenciana (cada una con 1,1 millones).
Estas cuatro autonomías concentran el 62 % del total de personas con rentas inferiores a 12 000 €.
Otros informes confirman la tendencia: en julio de 2025 se estimaban ya cerca de 8,8 millones los declarantes con rentas inferiores a ese umbral, repartidos en grupos entre “0-1.500 €”, “1.500-6.000 €” y “6.000-12.000 €”.
Esto muestra que no se trata solo de una parte mínima, sino de un contingente muy amplio.
Este escenario pone de relieve el fenómeno del llamado “mileurismo inverso” en España: no personas que ganan 1.000 € al mes, sino quienes ni siquiera llegan a ese nivel anual.
Para emprendedores y autónomos, este contexto implica pocos ingresos disponibles en el mercado interno, menor consumo, más presión de precios y un entorno de bajos márgenes.
Causas estructurales: ¿por qué hay tantos con ingresos tan bajos?. Mileurismo en España
Explicar este fenómeno exige analizar varios factores convergentes:
Precariedad laboral, parcialidad y rotación
El mercado laboral español se caracteriza por altas tasas de empleo temporal, fragmentación de jornadas y rotación frecuente.
Quienes trabajan a tiempo parcial o alternan empleo y desempleo tienen mayor probabilidad de terminar el año con ingresos bajos.
Los datos lo reflejan: muchos de los que ganan menos de 12 000 € lo hacen porque combinan trabajo, desempleo y pensión o porque tienen empleos de pocas horas.
Salario mínimo, productividad y estructura empresarial
El hecho de que exista un colectivo tan amplio con ingresos tan bajos indica que muchos trabajos tienen poca capacidad de remunerar.
La productividad por hora en España sigue siendo inferior a la del centro europeo, lo que limita los salarios que pueden pagar las empresas.
En ese contexto, los autónomos o microempresas con bajo valor añadido tienen menor margen para subir salarios.
Además, para un emprendedor que facture modestamente, subir precios cuando el poder adquisitivo es bajo resulta complejo: la dualidad entre coste y demanda frágil se agrava.
Segmentación territorial y económica
Las regiones con mayor densidad de renta baja concentran mayor número de personas bajo 12 000 €.
Andalucía, Canarias o Extremadura siguen presentando mayores tasas de pobreza y bajos ingresos medios por persona.
En zonas con coste de vida alto, como Madrid o Cataluña, la presión de vivienda y servicios agrava la situación.
Para un emprendedor en estas regiones, la captación de clientes solventes es más complicada, lo que condiciona la estrategia de precio, nicho y crecimiento.
Formación, jóvenes y transición profesional difícil
Muchas personas jóvenes o con cualificación media se encuentran en empleos mal remunerados o temporales.
Según informes recientes, los jóvenes menores de 34 años tienen salarios más bajos que los nuevos pensionistas.
Esta paradoja refleja cómo la transición profesional se endurece.
En ese contexto, el emprendimiento emerge como opción, pero se lanza con mano de obra que ya parte de niveles bajos de ingreso, lo que limita la capacidad de inversión, riesgo y crecimiento.
Falta de demanda interna fuerte. Mileurismo en España
Más de 9 millones de personas con ingresos bajos significa menos consumo disponible, menos ahorro, menos inversión en negocios locales.
Para el emprendedor que depende del mercado interno, esto se traduce en menor volumen, mayor competencia por precio y menor margen.
Impactos para autónomos, microempresas y emprendedores
El escenario descrito tiene implicaciones claras para quien emprende o gestiona una microempresa en España:
Menor poder adquisitivo de la clientela
Si casi un tercio de la gente gana menos de 12 000 € al año, esto condiciona servicios, productos, precios, modelos de negocio.
El emprendedor que aspire a mercados de volumen debe adaptarse al bajo coste, lo que reduce margen y rentabilidad.
O bien, deberá buscar nichos de mayor valor añadido que pocos demandantes puedan cubrir.
Menor ahorro, menor inversión personal
Quienes emprenden muchas veces proceden de trabajadores por cuenta propia o asalariados.
Si su nivel de ingreso previo es bajo, tienen menor acceso a capital propio, menor margen para aguantar la fase inicial, menor posibilidad de contratar, invertir en marketing, digitalización, formación.
Alta rotación, riesgo de negocio inestable
Empresas que operan en entornos de ingresos bajos suelen tener más riesgo de cancelación, de clientes con baja fidelidad, de ciclos de caja más tensos.
Eso exige una gestión más eficiente, menor apalancamiento y mayor prudencia.
Necesidad de diferenciación y valor añadido
El emprendedor que se quede en “oferta low cost para mercado saturado” se ve en batalla continua por precio.
En cambio, quien pueda aportar especialización, servicio singular, digitalización, exportación o valor agregado, estará mejor posicionado.
En el contexto de ingresos bajos, el “precio bajo” ya no basta: hay que justificar.
Presión fiscal y cotizaciones con márgenes estrechos. Mileurismo en España
Cuando los ingresos son bajos, las cotizaciones sociales y las obligaciones tributarias tienen un impacto mayor proporcionalmente.
Un autónomo que facture poco tiene menos margen para absorber cargas.
Si el entorno salarial es bajo, los costes de personal o servicios deben gestionarse con rigor extremo.
Ventaja competitiva de anticipar
Quien reconozca este contexto y construya un modelo ajustado al poder adquisitivo real, digitalizado, con procesos eficientes, podrá sobrevivir mejor.
En ese sentido, la data sobre más de 9 millones de personas con ingresos bajos no solo es alarma, sino pista de que los negocios deben operar con costes ajustados, propuestas claras y foco en la eficiencia.
Relación con desigualdad, pobreza y política pública. Mileurismo en España
Los ingresos bajos no solo afectan al individuo y a la empresa, sino que tienen implicaciones sociales y macroeconómicas más amplias.
Indicador de riesgo de pobreza y exclusión
El informe de la EAPN‑ES sobre pobreza (AROPE) señala que un hogar se considera en riesgo si sus ingresos están por debajo de 11.584 €/año por unidad de consumo.
Los más de 9 millones de personas que ingresan menos de 12.000 € están muy cerca de ese umbral.
La precariedad salarial se traduce directamente en vulnerabilidad social.
La desigualdad se amplía: el 30 % de los españoles afirma que sus ingresos no les permiten vivir con dignidad, y un 37,5 % necesita un segundo empleo, según otro informe reciente.
También freno para el crecimiento económico
Aunque España crezca al +3 %-4 % anual, ese crecimiento no se reparte homogéneamente.
Si gran parte de la ciudadanía dispone de poca renta, la demanda interna se estanca. Los emprendedores orientados al mercado doméstico sufren más.
El tejido productivo de baja remuneración y profesionalización limita la productividad media, lo que reduce la capacidad de afrontar salarios dignos, inversión o digitalización.
Desafío de la política fiscal y de empleo. Mileurismo en España
Los técnicos del Ministerio de Hacienda subrayan que solo una reforma estructural puede revertir este fenómeno: políticas de salario, empleo, formación, digitalización, redistribución.
El reto es conseguir que el aumento de salarios vaya acompañado de subida de valor añadido, productividad y empleo estable.
Para emprendedores, eso implica que el contexto no está solo en su microempresa sino en su entorno: formación del equipo, calidad de servicio, crecimiento escalable.
Casos territoriales y realidades regionales
La distribución geográfica del problema revela que no todos los territorios sufren igual.
Andalucía acumula 2,1 millones de personas que ganan menos de 12 000 €; Cataluña, 1,4 millones; Comunidad de Madrid y Valencia, 1,1 millones cada una.
El sesgo sur-norte persiste, reflejando desigualdades históricas.
Los informes señalan que en Andalucía, Canarias o Extremadura la renta media por persona ronda los 12 000 €, mientras que en regiones del norte y centro está por encima de los 15 000 €.
Esto significa que un autónomo o emprendedor en zonas con renta baja enfrenta un doble desafío: menos poder adquisitivo en la clientela y mayor presión de costes estructurales.
En Madrid o Cataluña, los costes de alquiler, logística o personal son más altos, lo que exige aún mayor sofisticación del modelo empresarial para compensar unos ingresos de clientes que no son el segmento premium.
Estrategias para emprendedores frente al desafío salarial, mileurismo en España
Ante este panorama, los emprendedores deben adoptar un planteamiento estratégico basado en la realidad de ingresos bajos y ambientales difíciles:
Elegir modelo adaptado al poder adquisitivo real
Si la mayoría de los potenciales clientes ingresan menos de 12 000 € al año, el negocio debe tener costes ajustados, precios competitivos y eficiencia operacional.
O bien apuntar a nichos de mayor valor añadido fuera del mercado masivo.
Digitalización y ahorro de costes
Automatizar procesos, facturación, gestión administrativa, marketing digital permite reducir costes fijos, aumentar productividad, ofrecer precios más competitivos.
El emprendedor que siga operando con modelo manual o bricolaje tendrá menor margen.
Mejorar el valor añadido, no solo competir por precio
En entorno de bajos ingresos, la competencia por precio es dura.
Diferenciarse por servicio, especialización, experiencia, postventa, fidelización se convierte en ventaja.
Si cobras más porque ofreces algo distinto, puedes escapar de la carrera del “low-cost”.
Formación del equipo, retención y calidad
Los ingresos bajos pueden afectar al talento: retención difícil, rotación alta.
Crear cultura de empresa, ofrecer formación, tener procesos claros, generar valor son inversiones que aumentan productividad.
Para microempresas, esto es clave.
Revisar estructura de financiación y márgenes. Mileurismo en España
El emprendedor debe ser consciente de que sus clientes pueden ser de renta baja y que el ciclo de cobro puede alargarse.
Presupuestar margen, prever periodos de bajo ingreso, diversificar clientes geográficamente o por segmento.
Buscar oportunidades de exportación o mercado exterior
Si el poder adquisitivo es bajo en el mercado nacional, pensar en exportar, en digitalizar el cliente y ofrecer servicio fuera puede ofrecer oportunidades de mayor ingreso.
Pero requiere inversión, adaptación y estrategia.
Reflexión crítica: ¿se puede crecer sin subir sueldos?
El hecho de que 9 millones de personas ganen menos de 12 000 € al año plantea una cuestión esencial: ¿un país con crecimiento económico puede sostenerse sin que la mayoría gane más? ¿Puede el tejido emprendedor prosperar si la base de consumo está en niveles mínimos?
La respuesta es compleja.
Por un lado, la microempresa española depende de un mercado doméstico que hoy tiene muchas personas con ingresos bajos.
Eso condiciona precios, margen, volumen.
Si la política pública no deja de actúa para impedir la subida de salarios, mejorar productividad y reducir precariedad, la España de los próximos años corre el riesgo de estancarse en sectores de bajo valor añadido.
Por otro lado, para el emprendedor el mensaje es: adaptarse.
El entorno es el que es.
Si tus clientes tienen pocos recursos, tu modelo debe reconocerlo, adaptarse, optimizar.
Crecer no solo implica facturar más, sino hacerlo con más margen, menos costes, más eficiencia.
No basta con lanzarse al “ahorro de costes” si no se genera valor.
Desde la perspectiva social, el fenómeno del mileurismo inverso es alarmante.
Incluso trabajando muchas horas, muchas personas no llegan a ingresos dignos.
Esto mina el bienestar, la movilidad social y la capacidad de emprender desde buena base.
Si un emprendedor parte de un salario precario, difícilmente podrá invertir, diversificar o crecer.
Conclusión Más de 9 millones atrapados bajo el mileurismo: la España que cobra menos de 12 000 € al año
La radiografía es clara: más de 9 millones de españoles ganan menos de 12.000 € al año, lo que sitúa un techo silencioso sobre el emprendimiento, sobre el crecimiento económico y sobre la igualdad de oportunidades.
Este no es solo un dato de baja renta, es un síntoma de un modelo económico fragmentado, de empresas que no facturan lo suficiente, de trabajos que no remuneran lo que debieran, de territorios que arrastran desigualdad.
Para los emprendedores, esta realidad implica un doble reto: por un lado, deben adaptarse a una clientela de bajo ingreso, optimizar costes, especializarse y buscar eficiencia; por otro lado, deben aspirar a transformaciones de mayor valor añadido, escala, digitalización, y quizá exportación.
El emprendimiento ya no puede sustentarse solo en “montar algo barato”, requiere estrategia.
Para las políticas públicas, el dato exige reformas: mejorar salarios, reducir precariedad laboral, elevar productividad, invertir en regiones más rezagadas, generar demanda doméstica.
Mientras más personas cobren poco, más limitado será el mercado interno y más frágil el emprendimiento.
En definitiva: el tejido emprendedor español está en una encrucijada.
La oportunidad existe: un mercado con escasa barrera de entrada, un ecosistema de microempresas en auge.
Pero la realidad de ingresos bajos plantea que esa oportunidad debe combinarse con profesionalización, valor añadido y eficiencia.
El éxito no llegará solo por intentarlo, sino por reconocer que en España no solo se vende, sino cómo y a quién se vende.
Quien lo acepte estará en posición de ganar; quien lo ignore, tendrá cada vez menos margen para hacerlo.














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