La economía española atraviesa un desafío silencioso pero devastador: la crisis del absentismo laboral, con un coste que ya roza los 33.000 millones de euros anuales, esta situación no solo golpea la productividad y la credibilidad de las empresas, sino que amenaza la sostenibilidad del sistema de la Seguridad Social y el propio crecimiento económico.
El Gobierno ha tenido que recurrir a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) para diseñar un plan de choque que ataje un problema que ha escalado en la última década hasta multiplicarse por más de dos.
Las bajas laborales por incapacidad temporal (IT) se han disparado en número y duración, impulsadas por factores como el envejecimiento de la población, la crisis de la salud tras la pandemia, el colapso de la sanidad pública y la creciente incidencia de problemas de salud mental.
Mientras tanto, empresarios y sindicatos se culpan mutuamente: unos hablan de fraude y costes insoportables, otros de precariedad sanitaria y falta de prevención.
El absentismo se ha convertido en la llamada “crisis de la silla vacía”, una losa que pesa sobre las empresas y sobre el Estado.
Y la factura no deja de crecer.
El tamaño del problema: cifras que alarman, 33.000 millones que amenaza productividad y credibilidad
El coste total del absentismo se sitúa en 32.798 millones de euros en 2025, según la Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo (AMAT). La cifra se desglosa en dos grandes bloques:
- 788 millones corresponden a las prestaciones abonadas por la Seguridad Social y las mutuas.
- 010 millones recaen directamente sobre las empresas en forma de costes laborales y pérdida de productividad.
Este gasto supone un 12,6% más que en 2024 y un espectacular 223% más que en 2015, lo que refleja una tendencia ascendente muy difícil de sostener.
El impacto equivale ya al 1% del PIB español, situando las prestaciones por IT como la segunda mayor partida de gasto de la Seguridad Social después de las pensiones contributivas, según la AIReF.
Las causas detrás del repunte, de los 33.000 millones anuales que amenaza productividad y credibilidad
La cuestión central es por qué España se ha convertido en un país con un absentismo tan elevado, muy por encima de la media europea.
Entre los factores señalados por expertos y organismos destacan:
- El deterioro de la salud tras la pandemia: el COVID dejó secuelas físicas y psicológicas en miles de trabajadores que aún hoy se reflejan en bajas más largas y frecuentes.
- Envejecimiento de la población activa: con más trabajadores de mayor edad, las patologías crónicas y la recuperación lenta de lesiones se hacen más habituales.
- Congestión del sistema sanitario: las listas de espera en la sanidad pública retrasan diagnósticos y tratamientos, lo que alarga la duración de las bajas.
- El ciclo económico: históricamente, el absentismo tiende a aumentar en fases de expansión, cuando el empleo crece y las bajas se reparten entre una mayor base de ocupados.
- La salud mental: en los últimos años se ha disparado el número de bajas relacionadas con estrés, ansiedad y depresión, problemas difíciles de objetivar y de gestionar.
- La falta de prevención: muchos sectores, sobre todo en pequeñas y medianas empresas, carecen de planes efectivos de prevención de riesgos laborales.
La respuesta del Gobierno: acudir a la OCDE
El Ministerio de Seguridad Social, liderado por Elma Saiz, ha pedido a la OCDE un plan de choque.
Una delegación del organismo internacional se ha reunido en Madrid con varios ministerios, sindicatos, patronal y mutuas para analizar la situación y proponer soluciones.
El plan incluye varias líneas de trabajo:
- Comparar la legislación de IT en países europeos y de la OCDE para identificar prácticas exitosas.
- Analizar el papel de las mutuas en el diagnóstico y tratamiento de bajas, sobre todo las traumatológicas.
- Estudiar la viabilidad de un sistema de altas progresivas, donde el trabajador reincorpore parcialmente su actividad percibiendo un 50% de salario durante un tiempo.
- Poner el foco en salud mental y su impacto creciente en las bajas.
- Reforzar la interoperabilidad digital de los sistemas de control de IT.
El Gobierno insiste en que se trata de un esfuerzo compartido cuyo objetivo es un sistema “más justo, eficiente y alineado con estándares europeos”.
Lo que dicen los empresarios de los 33.000 millones que amenaza productividad y credibilidad
Desde el lado empresarial, la CEOE y las patronales sectoriales llevan años denunciando que el absentismo es una “sangría de competitividad”.
Consideran que muchas bajas se alargan innecesariamente por ineficiencias del sistema y, en algunos casos, por fraude.
Lorenzo Amor, presidente de ATA y vicepresidente de CEOE, ha reclamado que se deje de cargar sobre los autónomos y pequeños empresarios unos costes que “ahogan la creación de empleo”.
Algunos plantean incluso suprimir complementos salariales a las bajas, al considerar que incentivan el absentismo prolongado.
Otros portavoces empresariales apuntan a la necesidad de modernizar la inspección médica, mejorar la colaboración con mutuas y digitalizar completamente el sistema para tener datos fiables en tiempo real.
La posición de los sindicatos
En el lado sindical, la visión es diametralmente opuesta. Para CCOO y UGT, el absentismo no es el problema, sino la precariedad de la sanidad pública y la falta de recursos en prevención.
Consideran que poner el foco en los trabajadores es injusto y que el verdadero debate debería ser cómo reducir las listas de espera y mejorar la salud en el entorno laboral.
También subrayan que muchos sectores con mayor incidencia de bajas —como sanidad, educación, servicios sociales o industria pesada— están sometidos a gran presión, plantillas cortas y sobrecarga de trabajo, lo que multiplica el riesgo de enfermedad y agotamiento.
El papel de la AIReF y del Banco de España
Dos instituciones clave han levantado la voz:
- La AIReF advierte de que las prestaciones por IT se han convertido en la segunda partida de gasto de la Seguridad Social y que, de seguir esta tendencia, pondrán en riesgo la sostenibilidad del sistema.
- El Banco de España ha señalado que España ha vivido un repunte de absentismo “mucho más acusado que en otros países” y alerta de que el fenómeno puede lastrar la productividad y el crecimiento económico a medio plazo.
Ambas instituciones coinciden en la necesidad de reformas estructurales y mayor control.
El espejo europeo
Comparar España con otros países ofrece claves reveladoras:
En Alemania, existen mecanismos de reincorporación gradual y un fuerte control médico desde las empresas, lo que reduce la duración de las bajas.
En Francia, la inspección médica está más integrada en el sistema de seguridad social y actúa con mayor rapidez.
En los países nórdicos, la corresponsabilidad de empresas y trabajadores en la prevención y la salud laboral ha demostrado ser más eficaz que un modelo puramente punitivo.
España, en cambio, ha quedado atrapada en un sistema lento, congestionado y con una supervisión fragmentada.
Impacto económico: productividad en jaque, 33.000 millones que amenaza la credibilidad
El absentismo no solo se mide en coste monetario directo. Su impacto en la productividad es demoledor:
- Interrumpe procesos productivos y obliga a reorganizar turnos.
- Incrementa la carga sobre los compañeros, lo que puede generar más bajas.
- Eleva los costes indirectos en formación y sustituciones temporales.
- Daña la competitividad de las PYMES, que no tienen músculo suficiente para absorber esas pérdidas.
En un contexto en el que la productividad española ya crece por debajo de la media europea, este problema añade una piedra más en el camino hacia la convergencia.
¿Qué soluciones reales hay sobre la mesa?
Además del plan de choque de la OCDE, se barajan varias medidas:
- Altas progresivas para patologías largas, como cáncer, que permitan al trabajador reincorporarse poco a poco.
- Mayor protagonismo de las mutuas en el seguimiento de las bajas.
- Digitalización del sistema de IT, para seguimiento en tiempo real y reducción del fraude.
- Refuerzo de la prevención laboral, con planes específicos para sectores con más incidencia.
- Campañas de salud mental, integradas en la estrategia de prevención.
- Mejora de la coordinación con la sanidad pública para reducir listas de espera.
Conclusión Absentismo en España: la factura de 33.000 millones que amenaza productividad y credibilidad
La crisis del absentismo es una de las caras menos visibles pero más graves de la economía española.
Una factura de 33.000 millones de euros anuales no puede asumirse sin consecuencias: las empresas pierden competitividad, la Seguridad Social se tensiona y el crecimiento económico se resiente.
El Gobierno ha dado un paso al recurrir a la OCDE, pero el riesgo está en que se quede en un debate interminable de diagnósticos sin medidas contundentes.
La clave estará en combinar prevención, control y corresponsabilidad: trabajadores, empresas y administración deben implicarse en un modelo sostenible.
España necesita un sistema de incapacidad temporal que garantice la protección de quienes realmente lo necesitan, pero que no se convierta en un coladero que premie la ineficiencia y castigue al tejido productivo.
Si no se corrige pronto, la crisis de la silla vacía puede terminar siendo una crisis de todo el modelo laboral español.
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