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La presión fiscal se dispara y la deducibilidad se desploma, Autónomos al límite

Los Autónomos están al límite, la presión fiscal se dispara y la deducibilidad se desploma provocando una situación inasumible para el colectivo.

En pleno siglo XXI, cuando la competitividad, la digitalización y el emprendimiento deberían brillar como fuente de crecimiento económico, los autónomos españoles se topan con una realidad desalentadora: una tributación que consideran asfixiante y unas deducciones que se esfuman.

Según un reciente informe de UPTA España, ocho de cada diez autónomos señalan la fiscalidad como su principal preocupación, y la brecha tributaria con respecto a las sociedades supera ya el 30 %.

Al mismo tiempo, la menor capacidad de deducibilidad –sumada a las cargas administrativas y cotizaciones elevadas– agrava la presión.

En este artículo de MundoEmprende analizamos por qué la fiscalidad se ha convertido en una losa para los trabajadores por cuenta propia, cómo este escenario impacta en el tejido emprendedor español, cuál es la radiografía tributaria correspondiente y qué pueden hacer los autónomos para sobrevivir y prosperar.

Finalmente, presentamos una conclusión crítica sobre el alcance estructural del problema.

 

El diagnóstico del colectivo autónomo: presión fiscal vs. margen de maniobra. La presión fiscal se dispara y la deducibilidad se desploma

Según los datos de UPTA, el 80 % de los autónomos en España sitúan la carga tributaria como su principal preocupación.

Los argumentos son contundentes: mientras las sociedades pueden tributar a un tipo máximo del 25 % en el Impuesto sobre Sociedades, los autónomos en estimación directa se enfrentan a tipos efectivos entre el 20 % y el 24 % del IRPF, con muchas menos oportunidades para deducir gastos, amortizaciones o exceder flexibilidad contable.

Esta situación se ve agravada por la limitada posibilidad de deducir gastos reales vinculados a la actividad, y una complejidad burocrática mayor que la que afrontan las sociedades más grandes.

El desequilibrio es estructural: la economía española cuenta con alrededor de 3,4 millones de trabajadores dados de alta en el régimen de autónomos, predominando microunidades productivas con márgenes ajustados.

En contraposición, solo unas 50 000 sociedades facturan más de 4 millones de euros anuales (menos del 5 % del total). Este tejido mayoritario ve difícil conciliar la fiscalidad vigente con su capacidad real de contribución.

Además, según análisis publicados, la presión fiscal en España se entiende como el porcentaje del PIB que el Estado recauda en impuestos, cotizaciones y cargas similares.

Aunque España no se encuentra en los niveles más altos de Europa, el problema radica en cómo se distribuye esa carga: los autónomos sostienen buena parte del peso operativo en un entorno competitivo y con menor capacidad de planificación fiscal que las compañías consolidadas.

 

¿Por qué se agrava la brecha tributaria? Claves del problema. La presión fiscal se dispara y la deducibilidad se desploma

Existen múltiples factores que explican por qué los autónomos perciben —y viven— una carga fiscal desproporcionada:

 

Menor deducibilidad y límite de margen

Mientras que las sociedades pueden aprovechar amortizaciones, reservas, gastos de inversión, reorganizaciones y otras herramientas contables, muchos autónomos trabajan con equipamiento más limitado, y no pueden aplicar ciertas deducciones.

Además, la estructura micro no permite optimizar tanto como una empresa grande, lo que se traduce en menor margen de maniobra.

 

Cotizaciones y cargas sociales elevadas

El régimen de autónomos exige cotización mínima, con poco margen para adaptarla al nivel real de ingresos en muchos casos.

Esto reduce el «beneficio neto» real de la actividad y dificulta la competitividad frente a empresas que pueden absor­ber mejor costes fijos.

 

Burocracia y cumplimiento administrativo

La gestión fiscal, de IVA, de obligaciones contables, la facturación electrónica o la reciente normativa del sistema de facturación (como Real Decreto 1007/2023) aumentan la carga operativa.

Para un autónomo que está además gestionando su negocio directo, esto implica costes de tiempo y dinero.

 

Tipo de estructura empresarial

La mayoría de los autónomos trabajan solos o con plantilla muy reducida, lo que limita su escala y capacidad para absorber cargas fiscales.

Frente a ello, las grandes empresas pueden optimizar, distribuir riesgos, acceder a deducciones especiales.

 

Incremento de la presión fiscal reciente

Hacia 2025 y 2026 se registran tendencias crecientes de inspección, mayores obligaciones, subidas de cotización o ajustes en la normativa sobre deducciones y gastos vinculados.

Este contexto refuerza la percepción de que la fiscalidad se endurece para el representado autónomo.

 

Consecuencias para el tejido emprendedor, las microempresas y los autónomos. La presión fiscal se dispara y la deducibilidad se desploma

El impacto de esta carga tributaria elevada no es abstracta: repercute directamente en el comportamiento, la capacidad de crecimiento y el bienestar del tejido emprendedor.

 

Menor inversión, menor crecimiento

Cuando el beneficio neto es menor y los impuestos más altos, los autónomos tienen menos recursos para reinvertir en la empresa —digitalización, formación, contratación— lo que repercute en crecimiento, innovación y productividad.

Esto, a su vez, mantiene al colectivo en un círculo de bajo valor añadido.

 

Menos capacidad de contratar o ampliar equipo

El coste fijo elevado y la menor rentabilidad impiden que muchos autónomos amplíen plantilla o contraten en condiciones óptimas.

Esto coarta la expansión y la diversificación del negocio.

 

Riesgo de economía sumergida o informalidad

La brecha entre lo que se percibe como coste real y lo que se consigue netamente puede empujar a algunos hacia la economía informal, o al menos dificulta la transparencia y la ampliación de negocio.

 

Retención del talento y sostenibilidad

La capacidad de ofrecer competitividad salarial, formación o beneficios es limitada en microempresas con esa carga.

Esto afecta a la retención de talento, lo que dificulta el crecimiento sostenible del negocio.

 

Percepción de injusticia e incentivo negativo

La percepción de que «pagan más y pueden deducir menos» genera frustración, menor motivación y puede condicionar la decisión de emprender.

Si el sistema no se considera justo, la iniciativa se resiente.

 

¿Qué reclaman los autónomos? Propuestas de reforma y demandas de UPTA. La presión fiscal se dispara y la deducibilidad se desploma

Para revertir este escenario, UPTA plantea una serie de reformas orientadas a equilibrar la carga fiscal y reconocer la capacidad real de los autónomos:

  • Reducción del IRPF para autónomos: proponen una bajada del 5 % en el IRPF general y otro 5 % en el tramo autonómico.
  • Incremento del Impuesto de Sociedades para grandes empresas entre un 5 % y un 7 % para compensar una menor carga para autónomos.
  • Flexibilización y ampliación de la deducibilidad de gastos reales vinculados a la actividad: vivienda, transporte, formación, digitalización.
  • Simplificación de las obligaciones formales: reducir burocracia, menos trámites, adecuar sistemas de facturación y registro para no penalizar microempresas.

Creación de una mesa de diálogo fiscal antes de 2026, con la participación del Ministerio de Hacienda, agentes sociales nacionales y colectivos de autónomos, para diseñar un nuevo modelo fiscal más justo y progresivo.

Estas propuestas parten del principio de que no se trata de pagar menos por sistema, sino de pagar «de forma más equitativa».

 

¿Pero puede España asumir una menor carga para autónomos sin comprometer la recaudación? La presión fiscal se dispara y la deducibilidad se desploma

Este es el dilema central.

Por un lado, reducir la carga para los autónomos puede suponer menor recaudación para el Estado o la necesidad de que otros contribuyentes la asuman.

Por otro lado, fomentar un entorno de microempresa dinámico y competitivo es clave para el crecimiento, el empleo y la innovación.

La viabilidad de la reforma fiscal exigida depende de varios factores:

  • Incremento de la productividad y la base de contribuyentes para compensar menos carga individual por autónomo.
  • Mejora en la recaudación eficiente, reducción de economía sumergida y fraude, para que la presión no recaiga solo sobre los más pequeños.
  • Mayor contribución de las grandes empresas, como defiende UPTA, para redistribuir el esfuerzo fiscal.
  • Políticas complementarias de digitalización, simplificación y crecimiento del tejido emprendedor, de modo que paguen impuestos más autónomos de base y menos sobre cada actividad individual baja.

Si estas condiciones no se dan, existe el riesgo de que reducir la carga fiscal para autónomos limite inversiones públicas, sostenibilidad del sistema de cotizaciones o servicio público.

 

Estrategias para el autónomo informado: cómo actuar en este escenario

Mientras la reforma fiscal mayoricio no se produce, los emprendedores pueden adoptar ciertas tácticas para mejorar su situación:

  • Revisar la estructura de gastos y márgenes: identificar qué gastos se pueden deducir legalmente, formalizar la actividad contable para no perder deducibilidad.
  • Valorar la conversión a sociedad si la actividad lo permite y la rentabilidad lo exige, considerando que las sociedades tienen mayor margen de optimización fiscal.
  • Invertir en digitalización y eficiencia: menos coste operativo, mayor margen neto, mejor capacidad para absorber tributos.
  • Elegir régimen fiscal adecuado: módulos, estimación directa simplificada, etc., en función de ingresos, margen y coste administrativo.
  • Mantener asesoramiento especializado: norma cambiante, deducibilidad limitada, inscripciones y obligaciones nuevas exigen un profesional para evitar sobrecostes inesperados.
  • Presupuestar la carga tributaria: anticipar los impuestos, cotizaciones y costes asociados para que no pillen por sorpresa y puedan planificarse.

 

Conclusión La presión fiscal se dispara y la deducibilidad se desploma, Autónomos al límite

El modelo fiscal español está generando una tensión real y estructural al colectivo de autónomos: entre la necesidad de contribuir al bien común y la capacidad real de generar margen, invertir y crecer.

Que el 80 % de los autónomos vean la fiscalidad como su principal problema es un síntoma de que la ecuación no cierra.

La brecha tributaria que supera el 30 % frente a las sociedades, cuando la mayoría de los negocios autónomos operan con menor tamaño y recursos, revela una paradoja: los que menos tienen pagan proporcionalmente más.

Si el objetivo es incentivar el emprendimiento, la creación de microempresas y el empleo autónomo, el sistema debería reconocer la diferencia entre un gran grupo empresarial con estructura, asesoría fiscal y margen, y el profesional que trabaja solo para sobrevivir.

La propuesta de reforma de UPTA plantea una visión sensata: no se trata de regalar cuotas o baja fiscalidad, sino de garantizar una contribución que sea viable, coherente y proporcional.

No obstante, la viabilidad de esa reforma depende de que el Estado encuentre cómo sostener la recaudación y que la economía crezca para compensar menores tributos por autónomo.

Si no, el riesgo es trasladar la factura a otros colectivos o reducir la inversión pública.

Para el emprendedor de guerrilla, el mensaje es doble: la carga fiscal es una barrera real que hay que reconocer, y al mismo tiempo hay que actuar proactivamente, profesionalizarse, optimizar costes y prepararse para que la carga fiscal no defina su proyecto, sino que sea asumible dentro de un modelo rentable.

La microempresa española necesita más que nunca un marco impositivo que no la asfixie, sino que le permita arrancar y escalar.

Y mientras ese marco no cambie, el reto de emprender se vuelve más complejo, más costoso y más estratégico.

En ese escenario, quienes logren adaptarse, optimizarse y anticipar convertirán la fiscalidad no en cárcel, sino en parte del juego.

Pero si el sistema sigue penalizando al más pequeño, el emprendimiento dejará de ser una opción para muchos y pasará a ser un acto de resistencia.

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