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Bruselas expedienta a España por no pagar el permiso parental: un incumplimiento con consecuencias millonarias

El permiso parental requiere pagar dos de las ocho semanas que plantea la medida, algo que, a día de hoy no se produce.

España se enfrenta a un procedimiento de infracción por parte de la Comisión Europea debido a su incumplimiento de la directiva comunitaria que exige el pago de las últimas semanas del permiso parental.

Este permiso, de hasta ocho semanas, está diseñado para facilitar la conciliación laboral y familiar de los trabajadores.

Sin embargo, la no remuneración de este derecho ha llevado a Bruselas a tomar cartas en el asunto, lo que podría acarrear sanciones millonarias.

 

Pagar el permiso parental forma parte de las medidas de conciliación establecidas en la Directiva Europea de Conciliación Familiar, que busca garantizar a los trabajadores el derecho a un tiempo de descanso retribuido para cuidar de sus hijos.

La normativa, que entró en vigor en 2019, estableció un plazo hasta agosto de 2024 para que todos los Estados miembros implementaran la remuneración de este permiso.

No obstante, España no ha cumplido con este requisito, dejando sin pagar las últimas dos semanas del permiso parental, lo que ha llevado a la Comisión Europea a abrir un expediente sancionador.

 

El expediente iniciado da a España un plazo de dos meses para subsanar el incumplimiento.

De no hacerlo, la situación podría escalar y llegar hasta el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), lo que podría derivar en multas diarias de más de 40.000 euros hasta que se resuelva la situación.

El incumplimiento de esta normativa no solo afecta a las familias españolas, sino que también pone en riesgo la estabilidad económica del país, con una posible multa inicial de 7 millones de euros.

 

El permiso parental: qué es y cómo se ha gestionado en España

El permiso parental está diseñado para permitir que los padres o cuidadores puedan tomarse hasta ocho semanas de descanso para cuidar a hijos menores de ocho años.

Este permiso es intransferible y retribuido, y su objetivo es fomentar la igualdad de oportunidades en el mercado laboral, permitiendo que hombres y mujeres puedan dedicarse al cuidado de sus hijos sin perder ingresos.

Sin embargo, desde el principio, España ha mostrado reticencias a implementar completamente la remuneración de este permiso. Inicialmente, se contemplaba que fuera no retribuido, una opción que dejaba fuera a las familias con menos recursos, ya que muchas no podían permitirse tomar el permiso sin sueldo.

La presión de Bruselas obligó a replantear la situación, y aunque España se comprometió a pagar al menos cuatro semanas del permiso, las dos semanas restantes continúan sin remunerarse.

 

Incumplimiento y repercusiones

La Comisión Europea estableció claramente que todos los Estados miembros debían implementar la remuneración completa del permiso parental antes de agosto de 2024.

No obstante, España no ha incorporado en su legislación el pago de las últimas dos semanas.

Esto ha generado una gran frustración entre los sindicatos y trabajadores, que ven cómo sus derechos de conciliación no se respetan, y solo aquellas familias con capacidad económica suficiente pueden permitirse tomar este tiempo de cuidado.

La situación, además, podría generar consecuencias económicas negativas para el país.

El expediente abierto por Bruselas no solo acarrea una posible multa millonaria, sino que también supone un daño reputacional para España, que se muestra como un país que no cumple con las normativas comunitarias, afectando su credibilidad ante la Unión Europea.

 

Conclusión Bruselas expedienta a España por no pagar el permiso parental: un incumplimiento con consecuencias millonarias

El incumplimiento de España respecto a la directiva sobre el permiso parental refleja un fallo sistémico en la gestión de las obligaciones laborales.

No solo pone en riesgo a miles de familias que ven restringido su derecho a conciliar, sino que además expone al país a sanciones económicas que podrían haberse evitado.

Este tipo de errores y retrasos no solo afectan a los trabajadores, sino a toda la sociedad española, que terminará pagando el precio por la falta de previsión y gestión del Gobierno en este asunto clave.

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